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Historia de los baños ¿Cómo se lavaban nuestros ancestros y qué tipo de baño tenían?

No es ningún secreto que la higiene de nuestros antepasados no era la mejor. Especialmente en la Edad Media, el nivel de higiene descendió considerablemente y el agua era incluso un enemigo para nuestros ancestros. En cambio, para los antiguos griegos y romanos, la limpieza corporal era algo natural. Conoce con nosotros la historia de los baños en las diferentes etapas de la civilización humana.

Edad Antigua: bañarse para estar más cerca de los dioses

La tradición del cuidado regular del cuerpo fue creada por los antiguos egipcios, conocidos por su limpieza y el uso de productos cosméticos. El jabón se originó en Babilonia en el año 2.000 a.C. y pronto llegó a Egipto. Fueron los egipcios los que dieron vida a los rituales de baño; por ejemplo, se creía que cuanto más limpia y aceitada estuviera una persona, más cerca estaría de los dioses. Por eso los egipcios se lavaban varias veces al día y el baño era literalmente un gran placer para ellos.

Baños como parte de la cultura

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Asimismo, los antiguos griegos y romanos sabían que la limpieza era la clave de la salud. La bañera de terracota más antigua se encontró en Creta y se calcula que tiene 3.700 años. La mayoría de las ciudades romanas contaban con baños donde los ciudadanos no sólo se lavaban, sino que también se relacionaban. Consistían en un gran complejo de edificios que incluían una piscina, vestuarios, instalaciones deportivas, una sauna, etc. Entre los baños más famosos se encuentran las Termas de Stabiano, descubiertas en Pompeya, que tienen su origen en el siglo II a.C.

 

Reuniones sociales en los aseos

Un proceso similar tuvo lugar en los aseos públicos. No había paredes divisorias y los asientos de los aseos solían estar colocados uno frente al otro para que los usuarios pudieran disfrutar de su propia compañía y mantener conversaciones animadas. La esponja natural se utilizaba como papel higiénico, que, como se puede adivinar, era desechable. Y puede que te sorprenda, pero ya entonces surgió la idea de empezar a ganar dinero con los aseos públicos. El emprendedor emperador Vespasiano lo inventó y gravó los aseos. La orina también podía ser monetizada: es rica en amoníaco, que se utilizaba en las curtidurías para limpiar los tejidos.

Alta Edad Media: higiene rural

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Aunque la situación higiénica se deterioró considerablemente en la Edad Media, no era tan mala al principio. Nuestros antepasados al menos se lavaban las manos, la cara y la barba. En la mayoría de las viviendas, se conformaban con una jofaina y una jarra de agua; en los hogares más ricos, tenían un depósito de agua colgante con un grifo. Los más ricos tenían un baño en sus mansiones, lo que se consideraba un signo de lujo y alto estatus social. Aun así, las personas más comunes del campo lavaban con más frecuencia en esta época, a menudo en los establos. A diferencia de los ricos, querían enjuagarse el sudor después del trabajo.

Paradójicamente, los pobres solían ser los más limpios. Con el tiempo, incluso aparecieron baños públicos que gozaron de una considerable popularidad. Era posible cortarse el pelo, afeitarse o someterse a tratamientos estéticos e incluso médicos. Sin embargo, con el tiempo fueron destruidos por las inundaciones en toda Europa.

¿Lavarse? ¡Algo Inmoral!

Después, por desgracia, las cosas fueron cuesta abajo con la higiene. Bañarse se consideraba un pecado y perjudicial para la salud. San Jerónimo, por ejemplo, consideraba el baño diario como un libertinaje. Por esta razón, los monjes de los monasterios se lavaban todo el cuerpo sólo unas pocas veces al año.

La suciedad como protección contra la peste

¿Crees que no puede ser peor? Te equivocas. Cuando la peste se extendió por Europa en el siglo XIV, la gente dejó de prestar atención a la higiene totalmente. Creían que los poros abiertos facilitaban la entrada de la enfermedad en el cuerpo. Por otro lado, la acumulación de suciedad debía protegerlos. El agua todavía se consideraba perjudicial, incluso entre la nobleza. Preferían rascarse con rascadores de marfil y cubrir el olor corporal con los polvos y perfumes más caros.

Higiene durante el reinado de Luis XIV

En el siglo XVII la situación no era mucho mejor. El rey francés Luis XIV sólo se bañó dos veces en su vida, y el baño estuvo a punto de costarle la vida. Se dice que no había ni un solo retrete en su castillo de Versalles, y que la gente que bailaba se aliviaba en un rincón del salón de baile.

Siglo XVIII: el agua y el jabón vuelven a aparecer

No fue hasta el siglo XVIII cuando el agua y el jabón volvieron a aparecer. Sin embargo, la desnudez se consideraba impropia, por lo que la gente solía lavarse con camisas de baño y enjabonarse sobre ellas. ¿Y cómo se realizó dicho baño? Una vez a la semana, una sirvienta sacaba un lavadero de madera o una bañera de lata. En ella ponía agua caliente, en la que se bañaba toda la familia... Todavía quedaba un largo camino por recorrer para llegar a los baños de hoy.
 

El cambio se produjo gracias a la revolución industrial

Sin embargo, la vuelta a la higiene en toda regla no se produjo hasta el siglo XIX, cuando Ignaz Semmelweis ideó la teoría de las bacterias, convirtiéndose así en pionero de la higiene en la medicina y la vida cotidiana. La Revolución Industrial aumentó el acceso de la población a productos de higiene como el jabón, los accesorios de baño, etc. Se empezaron a construir sistemas de alcantarillado en las ciudades. Los cuartos de baño y las instalaciones sanitarias experimentaron una gran evolución y también se generalizó el uso de bidés.

Los estadounidenses y sus baños

El rápido desarrollo económico de Estados Unidos en el siglo XIX hizo necesaria la construcción de hoteles. Sus versiones de lujo tenían baños separados. Los baños tal y como los conocemos hoy, con bañera, lavabo, espejo e inodoro, pronto se popularizaron en las casas particulares. A mediados del siglo XX, los pequeños apartamentos equipados con baños modernos se consideraban el estándar. Cada vez se prestaba más atención no sólo a la practicidad del baño, sino también a su diseño.

Nuestros antepasados tuvieron que recorrer un largo y sinuoso camino antes de que se creasen los baños cómodos a los que estamos acostumbrados hoy en el siglo XXI. Las actitudes hacia la higiene del cuerpo humano han cambiado muchas veces a lo largo de los milenios. Ahora disponemos de innovaciones técnicas que Luis XIV jamás habría soñado.

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