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El cuidado de los grifos depende de múltiples factores. En primer lugar, depende del número de personas que vivan en la casa, de si son adultos, niños o ancianos, y de si hay animales. No hay que olvidar la dureza del agua. Si tienes agua dura en casa, aumenta el riesgo de que aparezcan manchas desagradables y cal. Los grifos deben cuidarse más a menudo y con más esmero. En este caso, también puedes plantearte adquirir filtros de agua.
Cada hogar tiene al menos tres grifos diferentes (cocina, lavabo, ducha/bañera). En función de su ubicación, deberemos elegir los cuidados adecuados. Mientras que los grifos de cocina están expuestos principalmente a la suciedad relacionada con los alimentos (por ejemplo, grasa, ácidos o azúcares de frutas y verduras...), los grifos situados en el cuarto de baño están expuestos a la suciedad típica, microorganismos y restos de jabón o champú.
Un cuidado regular es la base de la durabilidad y el aspecto perfecto de los grifos. Suelen ser tareas pequeñas y sencillas que puedes incorporar a tu rutina diaria. Después de cada uso, es aconsejable aclarar y secar el grifo y sus alrededores. Se debe prestar más atención a los grifos una vez a la semana, cuando no sólo los grifos, sino también sus alrededores se limpian cuidadosamente de cualquier cosa que no pertenezca allí.
Mientras que los grifos de cocina deben limpiarse cuidadosamente después de preparar la comida, ya que los ácidos de los alimentos pueden dañar su superficie, los grifos de lavabo y ducha o bañera pueden enjuagarse o secarse con un paño después de una limpieza normal. Esto ayudará a evitar la acumulación de cal y la proliferación de microorganismos.
Para una limpieza eficaz, lo mejor es utilizar un paño suave humedecido o una esponja con algún limpiador adecuado añadido. Utiliza esta mezcla para quitar bien la suciedad del grifo. Si encuentras suciedad seca o cal persistente en algún lugar, deja actuar el limpiador durante un rato y límpialo después con un paño. También se puede utilizar un cepillo suave (por ejemplo, un cepillo de dientes viejo es adecuado) para la suciedad más persistente. Una vez eliminada la suciedad, aclara bien el grifo y sécalo. Repite el procedimiento si es necesario.
Como ya hemos mencionado, el cuidado de los grifos de baño y cocina suele ser diferente. Por eso es aconsejable elegir un limpiador que tenga en cuenta el medio ambiente. Mientras que los limpiadores de cocina se especializan en la suciedad, los depósitos de cal y las grasas y aceites de la cocina, los limpiadores de baño suelen centrarse en la suciedad, los microorganismos y la cal.
Recuerda que no limpias "sólo" el grifo, sino también el fregadero, el lavabo, la bañera o la cabina de ducha. El limpiador que elijas también debe respetar este entorno.
Los fregaderos de acero inoxidable necesitan unos cuidados distintos a los de piedra artificial y son definitivamente diferentes a los lavabos, bañeras, platos de ducha o mamparas de cristal. Un limpiador mal elegido puede dañar la superficie.
Sea cual sea el tipo de superficie de tus grifos, debes evitar los limpiadores químicos agresivos (que contengan disolventes y ácidos) que puedan dañar los revestimientos protectores de la superficie del grifo. Olvídate también de estropajos, cepillos gruesos, limpiadores de arena o esponjas con partes gruesas. Esto se debe a que también se puede "frotar" o dañar mecánicamente el revestimiento protector o el propio revestimiento. También hay que tener cuidado con el vinagre común o el limón, que sin diluir también pueden dañar las superficies.